En ocasiones, aparece el dolor de garganta pero no se sabe qué afección exactamente es la que se está sufriendo. Teniendo en cuenta que se debe visitar al médico cuando este síntoma empieza a ser realmente molesto, es interesante conocer las diferencias entre faringitis y amigdalitis.
Pese a que ambas manifestaciones comparten muchas de sus características, no se trata de la misma enfermedad. A continuación, se presentan los síntomas y causas más relevantes, así como las pautas a seguir para lograr la máxima prevención en cada caso.
Síntomas de faringitis
Ambas enfermedades tienen en común que son patologías que cursan con la inflamación de las vías respiratorias altas. Probablemente, el frío y los cambios bruscos de temperatura que dan lugar a gripes y resfriados son los causantes del clásico dolor de garganta.
Esta afección en concreto se caracteriza por la inflamación de la faringe, es decir, la garganta. Está situada en el cuello y también forma parte del aparato digestivo. Así pues, por ella pasan tanto los alimentos que se ingieren como el aire que se respira. Pero ¿cuáles son los síntomas de faringitis?
- Tos no seca.
- Dolor al hablar o al tragar.
- Molestia y, en casos más serios, dificultad para hablar.
- Picor en la garganta.
Respecto a las causas, hay que buscarlas en una infección vírica. Por otra parte, existen procesos no infecciosos que pueden dar lugar a la faringitis: sequedad, fumar en exceso, tensión muscular, alergias, etc.
Síntomas de amigdalitis
Además de las típicas molestias en la garganta, los síntomas de amigdalitis que diferencian esta afección de otras enfermedades son los siguientes:
- Placas de pus en la zona de las amígdalas.
- Fiebre.
- Mal aliento.
- Molestias al tragar.
- Dolor de estómago.
- Afonía.
- Dolor de cabeza.
- Cuello rígido.
Los especialistas afirman que la amigdalitis es más grave que la faringitis, pues provoca fiebre y un acusado malestar general. Sus causas también se encuentran en un proceso vírico, aunque las infecciones por estreptococos que dan lugar a una inflamación de las amígdalas no son extrañas.
En este punto cabe destacar que estas estructuras, que protegen de los patógenos del aire, se encuentran a los lados de la faringe y al final de la cavidad bucal. Forman parte del sistema inmunológico y, especialmente en la infancia, suelen infectarse con cierta frecuencia.
¿Cómo reforzar el sistema inmune?
Los expertos coinciden en que un buen estado de salud general y un sistema inmunológico que funcione correctamente son fundamentales para prevenir y hacer frente a estas dos patologías.
¿Qué se puede hacer para lograrlo? Principalmente, seguir unos hábitos saludables en cuanto a alimentación, lograr un descanso de calidad y reducir el estrés. Estos tres factores son clave para que las defensas del organismo se mantengan siempre en estado óptimo.
Por otra parte, para evitar la inflamación de la faringe y las amígdalas es recomendable no fumar, no exponerse a ambientes con niveles elevados de contaminación, tener una correcta higiene personal, mantenerse hidratado en todo momento y limitar los alimentos picantes y el consumo de alcohol y café.
Además, se aconseja no estar en contacto con personas que estén ante un proceso de infección de las vías respiratorias, así como limpiar frecuentemente los móviles y otros dispositivos para evitar la proliferación de bacterias. También hay que vigilar los cambios bruscos de temperatura, pues los espacios climatizados en invierno pueden provocar alteraciones en las mucosas de la garganta.
En ocasiones, los especialistas prescriben estimulantes del sistema inmunológico, pero estos nunca deberían sustituir a unos hábitos de vida sanos.
En definitiva, ahora que ya se han expuesto las principales diferencias entre faringitis y amigdalitis, resulta de vital importancia poner el foco de atención en la prevención y el refuerzo de las defensas.