Qué es la diabetes y que tipos

por | 5 julio, 2017

Diabetes

Diabetes.El sedentarismo, la obesidad multiplican el número de diabéticos.

El envejecimiento de la población, el sedentarismo y la obesidad han multiplicado el número de diabéticos. Controlar los factores de riesgo asociados a la diabetes mejora la esperanza de vida de los afectados.

La diabetes es una enfermedad que se caracteriza por una elevación de los niveles de glucemia (azúcar) en la sangre. Si esos niveles son muy altos o muy bajos pueden dar lugar a complicaciones agudas que hay que tratar de resolver de forma rápida.

Los niveles de glucemia elevados y mantenidos durante mucho tiempo provocan daño en las arterias de todo el cuerpo, y a largo plazo deterioran y alteran diversos órganos, especialmente ojos, riñones, nervios, corazón y otros vasos sanguíneos.

Existe un aumento en la prevalencia de diabetes que es creciente en las últimas décadas, sobre todo en el mundo occidental, debido al estilo de vida. De los más de 300 millones de personas que la padecen en el planeta, se calcula que esta cifra llegará a los 550 millones en 2030. En torno a la mitad desconocen y desconocerán su diagnóstico. Esta situación, además, provoca alrededor de 200.000 muertes anuales, la mayor parte de ellas por enfermedades cardiovasculares asociadas a la diabetes. En España, por ejemplo, se estima que la padece un 13,8% de la población, y un 14,8% está en una situación de prediabetes.

Tipos de diabetes

En la actualidad, se reconocen 4 tipos de diabetes: la de tipo 1 y la de tipo 2, aunque también es frecuente verla en embarazadas, así como algunos otros tipos específicos:

  • Diabetes tipo 1: típica en edades tempranas de la vida, generalmente antes de los 30-40 años. En su tratamiento suele necesitar casi siempre insulina.
  • Diabetes tipo 2: es la más frecuente, generalmente se da en personas obesas y de edad más avanzada. No siempre necesita insulina, sobre todo en las fases tempranas de la enfermedad, y puede controlarse con dieta y fármacos antidiabéticos.
  • Diabetes gestacional: el embarazo es una situación que favorece el mal control del azúcar en sangre y que puede derivar en una diabetes gestacional. Por esta razón, aproximadamente en la semana 28 de gestación se realiza un test especial a todas las embarazadas, para valorar si existe diabetes. Aunque en general se retorna al estado no diabético tras el embarazo, se genera un riesgo a padecer una diabetes franca al cabo de los años.
  • Otros tipos específicos de diabetes: aquellas provocadas por algunos defectos genéticos de las células beta, defectos genéticos en la acción de la insulina, enfermedades de la función exocrina del páncreas como la fibrosis quística, y aquella secundaria al uso de algunos medicamentos.

Causas de diabetes

El sedentarismo y la falta de actividad física provocan obesidad, una de las causas directas del aumento de diabetes en el mundo.

El envejecimiento de la población y los cambios en los estilos de vida son los dos factores que más influyen en el incremento progresivo de la diabetes. Así, el cambio en los hábitos alimentarios y el creciente sedentarismo y aumento de la inactividad física, que provocan obesidad, tienen como consecuencia directa que la enfermedad esté aumentando en casi todo el mundo.

Hay condicionantes que aumentan la probabilidad de desarrollar diabetes: la edad avanzada y la presencia de otras enfermedades como obesidad e hipertensión arterial, así como la historia familiar de diabetes, son factores que influyen notablemente en el desarrollo de esta enfermedad.

En algunos casos la diabetes puede ser secundaria a alguna circunstancia concreta: consumo de alcohol (sobre todo en el sexo masculino), algunos fármacos (corticoides, antiinflamatorios, anticonceptivos en mujeres), enfermedades renales, y otras.

Vale la pena distinguir los dos tipos fundamentales de diabetes para diferenciar sus causas:

  • En la diabetes tipo 1, se consideran dos posibles mecanismos de enfermedad. Por un lado, la causa de diabetes I más frecuente suele ser la autoinmune, es decir, las defensas del individuo destruyen progresivamente las células beta del páncreas que es donde se produce la insulina, y por tanto el paciente con este tipo de diabetes no produce insulina. De ahí que su tratamiento siempre tenga que ser con esta. No queda bien claro todavía si el estímulo para que sus defensas destruyan esas células lo genera un virus. Un pequeño porcentaje de diabéticos tipo 1 no tienen un mecanismo autoinmune, por lo que se considera de causa desconocida.
  • En la diabetes tipo 2, la del adulto, se conocen múltiples mecanismos por los que se desarrolla ésta. Parece que una de las causas de la diabetes tipo 2 se produce una interacción entre una producción menor de insulina y una resistencia a ella en los tejidos del cuerpo. El propio envejecimiento produce un descenso en la producción de insulina, algunos fármacos, algunas enfermedades pancreáticas como la pancreatitis crónica, la obesidad que disminuye la capacidad de acción de la insulina por una mayor resistencia periférica debido a la grasa.

Síntomas de la diabetes

En las fases iniciales de la enfermedad puede no haber síntomas de la diabetes.

Los síntomas de alerta, y más frecuentes cuando la enfermedad está plenamente desarrollada, son: poliuria (orinar mucho), pérdida de peso, polidipsia (tener mucha sed y beber mucho agua), reducción de la agudeza visual, cansancio y somnolencia.

Riesgos asociados a la diabetes

El diabético siempre tiene una mortalidad mucho más alta que la de la población no diabética (más del doble). Por eso, en el paciente diabético adquiere una especial importancia el control de todos los factores de riesgo asociados, como la hipertensión arterial, el colesterol y la obesidad, y no solo el control del azúcar; aunque es evidente que a peor control glucémico mayor riesgo de muerte y de complicaciones.

Complicaciones de la diabetes

El 80% de los pacientes con diabetes desarrollará una enfermedad cardiovascular. El riesgo de enfermedad cardiovascular se presenta 15 años antes en los pacientes diabéticos que en el resto de las personas, por lo que la diabetes mellitus reduce notablemente la esperanza de vida tanto en varones como en mujeres. Los costes de la asistencia sanitaria que genera son muy altos, y vienen condicionados mayoritariamente por esas complicaciones cardiovasculares.

Entre las complicaciones de la diabetes están:

  • Infarto de miocardio, ictus y trombosis cerebrales.
  • Enfermedad vascular periférica; la diabetes es la causa más frecuente de amputación no traumática de miembros.
  • Nefropatía diabética, que puede avanzar hasta insuficiencia renal.
  • Retinopatía, que puede conducir a ceguera.
  • Neuropatía diabética periférica

Diagnóstico de la diabetes

En el diagnóstico de la diabetes, el límite normal de azúcar en sangre se ha ido modificando en el transcurso de los años.

Actualmente se diagnostican como diabéticas:

  • Aquellas personas que presentan, al menos en dos ocasiones, una glucemia en ayunas mayor o igual a 126 mg/dl.
  • Aquellas con valores mayores o iguales de 200 mg/dl en pacientes con síntomas clasicos de diabetes.
  • Aquellos con glucemia mayor o igual de 200 mg/dl a las 2 h de un test de tolerancia oral a 75 mg de glucosa.
  • En aquellos con valores de hemoglobina glicosilada mayores o iguales a 6.5%.

La situación de prediabetes se considera en aquellos con glucemia comprendida entre 110 y 125 mg/dl o en aquellos con cifras entre 140-199 mg/dl tras la sobrecarga con 75 mg de glucosa. Estos pacientes corren mayor riesgo de convertirse en diabéticos en un futuro.

Para la población general, el Programa de Actividades Preventivas y Promoción de la Salud (PAPPS) recomienda el cribado de la diabetes con la determinación de la glucemia basal en algunas situaciones específicas. Estas coinciden casi en su totalidad con las recomendaciones de la Asociación Americana de Diabetes, y son:

  • Todos los mayores de 45 años. Si es normal, repetir cada tres años.
  • En edades más tempranas o más frecuentemente (anual):
  • Ante la presencia de otros factores de riesgo: obesidad, alteración del colesterol o hipertensión arterial.
  • Si hay un diagnóstico previo de glucemia alterada en ayunas o intolerancia a la glucosa, sin llegar a criterio de diabetes.
  • Cuando la paciente tiene o ha tenido diabetes gestacional o antecedentes obstétricos de interés: partos de niños de más de 4,5 kg.
  • Si existen antecedentes de diabetes en familiares de primer grado.
  • En el caso de que concurran otras características que podrían influir en el desarrollo de la enfermedad como: síndrome de ovario poliquístico, pertenencia a determinados grupos étnicos (afroamericanos, hispanoamericanos), etcétera.

Pruebas complementarias para el diagnóstico de diabetes

Un diagnóstico tardío de diabetes conlleva un mayor riesgo de complicaciones, por lo que es muy importante plantear estrategias de diagnóstico precoz en los grupos de población que tengan un mayor riesgo. La realización del test de sobrecarga oral de glucosa consiste en ingerir 75 mg de glucosa y hacer una determinación de azúcar a las 2 h. Este test permite el diagnostico de diabetes y prediabetes según los valores antes mencionados.

El estudio de todo paciente diabético debe completarse con una analítica de sangre y orina, la realización de un electrocardiograma, y la valoración de la retina mediante la exploración del fondo de ojo. En el seguimiento del diabético se debe determinar la hemoglobina glicosilada (HbA1C) que estima los valores de glucemia de los últimos 3 meses. Sus cifras predicen el riesgo cardiovascular en los pacientes diabéticos. El objetivo es mantenerla por debajo de 7%.

Es fundamental descartar que puedan existir otros factores de riesgo añadidos, especialmente hipertensión y colesterol elevados.

Sí existe suficiente evidencia sobre la posibilidad de prevenir o retrasar la aparición de diabetes mellitus tipo 2:

  • Perder peso (si hay obesidad): 7-10% en 1 año.
  • Ejercicio: 30 minutos diarios de actividad física moderada (andar rápido).

Tratamiento de la diabetes

Cuando no se puede controlar la diabetes con medidas no farmacológicas, es imprescindible recurrir a la insulina.

El objetivo del tratamiento de la diabetes no es tanto controlar el azúcar en sangre, sino disminuir la tasa de mortalidad. Siempre se debe insistir en la modificación del estilo de vida. Este cambio puede controlar las cifras sin necesidad de medicamentos, sobre todo en los primeras fases del diagnóstico y si el nivel de hemoglobina glicosilada (HbA1C) está por debajo de 8.5%, aunque el objetivo general será estar por debajo de 7%.

Si la diabetes está descontrolada, en la fase inicial es muy importante conseguir la desaparición de los síntomas derivados de la hiperglucemia: poliuria, polidipsia, cansancio. Cuando la HbA1C esté por encima de 8,5% se recomienda empezar con fármacos como la metformina.

Se deben evitar las descompensaciones agudas de la enfermedad, y retrasar la aparición o progresión de las complicaciones crónicas: tanto en arterias grandes y corazón (macroangiopatía), como en arterias pequeñas en riñón, retina y nervios (microangiopatía).

Hay que individualizar objetivos; aunque hay algunas medidas generales y comunes para todos los pacientes, cada diabético necesita un tratamiento individualizado.
Tratamiento de la diabetes no farmacológico

La pérdida de peso es el factor clave para reducir el riesgo de diabetes en personas con alto riesgo y sobrepeso. Sin necesidad de alcanzar un peso ideal, una reducción moderada del 5-10% puede ser muy beneficiosa para el control de la diabetes.

El control dietético, evitando los azúcares refinados (“dulces” y derivados), la abstinencia tabáquica si se es fumador, y la actividad física, son otras medidas fundamentales para disminuir los riesgos de complicaciones.
Tratamiento de la diabetes farmacológico

El tratamiento de la diabetes farmacológico se basa en la utilización de “pastillas”, en ocasiones asociadas a insulina.

El medicamento antidiabético de referencia para el tratamiento de la diabetes es la metformina. Existen otros grupos de fármacos cuya utilidad será valorada por el médico en cada caso; se trata de las sulfonilureas, como gliclazida, glibenclamida, glinidas, y las tiazolindionas o glitazonas.

También están disponibles dos nuevos grupos de medicamentos pertenecientes a una nueva clase de tratamientos de la diabetes. Unos son los inhibidores de la DPP-4, como sitagliptina, vidagliptina; y los otros, los denominados análogos de la GLP-1, como exenatide y liraglutida.

Las insulinas

Cuando no es posible controlar la diabetes con las medidas referidas anteriormente, se hace imprescindible la utilización de la insulina. En torno a un 5-10% de personas diabéticas necesitan tratamiento con insulina desde el diagnóstico.

Básicamente, las insulinas se clasifican por su modo-duración de acción en:

  • Insulina regular (acción rápida): inicio 30 a 60 minutos – máximo 2-4 horas – duración 5 a 7 horas.
  • Intermedia (acción lenta): inicio 1 a 2 horas – máximo 5-7 horas – duración 12 a 13 horas.
  • Mezclas, compartiendo características de las anteriores.
  • Análogos rápidos (inicio 15 min/duración 4 h), intermedios (inicio 2 h/duración 15 h) y lentos (inicio 2 h/duración 18h).

Todas están sometidas a variabilidad inter e intraindividual, por lo que el ajuste de dosis ha de realizarse de forma específica para cada paciente, según la medición de los niveles de glucemia en sangre.
Otros aspectos a tener en cuenta en el tratamiento de la diabetes

Además de las medidas específicas encaminadas a controlar el azúcar, siempre hay que mantener bajo control otros factores de riesgo como la hipertensión y el colesterol. En la mayoría de los casos también es necesario utilizar fármacos para tratar estos problemas.

El beneficio del tratamiento farmacológico es máximo en los pacientes de alto riesgo, es decir aquellos que tienen la diabetes peor controlada y presentan otros factores de riesgo asociados, como hipertensión, tabaquismo, colesterol, obesidad….

Es imprescindible cumplir bien el tratamiento prescrito por el médico y ser lo más escrupuloso posible en el seguimiento de las medidas dietéticas. Hay que conocer los efectos secundarios y aprender a reconocer las hipoglucemias y cómo tratarlas.

Recomendaciones para la diabetes

Realizar ejercicio regular de intensidad moderada beneficia a los pacientes diabéticos.

En las fases iniciales de la enfermedad puede no haber síntomas o ser estos muy leves. La prevalencia global en España es muy variable, según las regiones y estudios realizados, pero ronda aproximadamente el 10% de la población. Al igual que ocurre con otras enfermedades crónicas, es importante conocer la enfermedad y saber qué se puede hacer para intentar un mejor control. Si se descuida la alimentación o se incumple el tratamiento, el riesgo de complicaciones aumenta mucho.

En aquellos pacientes fumadores es prioritario el abandono definitivo del tabaco.

Ejercicio para diabéticos

Practicar ejercicio moderado, y adaptado a las posibilidades de cada individuo, es una excelente forma de mejorar el control de la diabetes. Si no se tiene una muy buena educación diabetológica y un amplio conocimiento de la enfermedad, y sobre todo en pacientes que utilicen insulina, es recomendable no realizar un ejercicio extenuante, ya que podría provocar hipoglucemias.

Se considera que un ejercicio resulta eficaz cuando se realiza todos o casi todos los días de la semana, al menos durante 30 minutos, con intensidad moderada. Los ejercicios más recomendables para los pacientes diabéticos son caminar, trote suave, bailar, nadar, montar en bicicleta…

Alimentación para la diabetes

  • Se han de evitar los alimentos con alto contenido en hidratos de carbono, sobre todo si son azúcares de absorción rápida (azúcar, pasteles y bollería, cremas pasteleras, mermeladas, tartas, helados…).
  • Se recomienda la dieta mediterránea, que se caracteriza por la abundancia de productos frescos de origen vegetal (frutas, verduras, cereales, patatas, frutos secos, etcétera), la escasez de productos ricos en azúcares refinados y carnes rojas, la presencia del aceite de oliva como la principal fuente de grasa, y la ingesta de queso, yogurt, pollo y pescado en cantidades moderadas, lo cual se considera una alimentación ideal para la prevención de las enfermedades cardiovasculares.
  • La ingesta calórica debe ser adecuada para mantener el peso ideal y se deben evitar aquellos alimentos ricos en azúcares (dulces, pasteles, tartas, cremas pasteleras, mermeladas, helados…). Asimismo se debe limitar mucho o evitar el consumo de alcohol, ya que favorece las hipoglucemias.

Complicaciones oculares asociadas a la diabetes

La diabetes se asocia con un grupo de problemas oculares que pueden derivar en pérdida de visión o, incluso, ceguera. En concreto, las personas con diabetes presentan un mayor riesgo de:

  • Retinopatía diabética: que es el daño a la retina, la capa más interna del ojo, causado por un inadecuado control de la glucosa durante un periodo prolongado. Aunque la mayoría de las personas con diabetes tipo 1 y muchos pacientes con diabetes tipo 2 experimentarán finalmente algún grado de retinopatía, el diagnóstico temprano y un tratamiento adecuado pueden detener la pérdida de visión. Mantener la hemoglobina glicosilada (HbA1C) por debajo de 7% retrasa su aparición. Las personas que sufren retinopatía diabética no suelen notar cambios visuales drásticos, especialmente al inicio de su enfermedad, cuando puede ser tratable, lo que pone de manifiesto la utilidad de las revisiones periódicas.
  • Cataratas: las cataratas son un oscurecimiento del cristalino que bloquea o cambia el modo en que la luz alcanza el ojo.
  • Glaucoma: que es un incremento de la presión del fluido en el interior del ojo que provoca daños en el nervio óptico y pérdida de visión. Los diabéticos presentan el doble de riesgo de padecer glaucoma que el resto de las personas.
  • Edema macular: una acumulación de líquido en la zona más sensible de la retina que causa visión borrosa en la parte central o lateral del campo visual.
  • Desprendimiento de la retina: una de las causas más comunes de ceguera en la diabetes, que tiene lugar cuando los vasos sanguíneos separan la retina de la parte posterior del ojo.

Cambios en la graduación

Además de estos posibles problemas, en los diabéticos las oscilaciones en los niveles de glucemia provocan variaciones refractivas, que derivan en aumentos o pérdidas de la agudeza visual. Ante un episodio de hiperglucemia, el cristalino experimenta variaciones que desembocan en miopía, lo que hará que el afectado tenga dificultades para ver de lejos. Cuando se controla rápido la glucemia, se produce justo el efecto contrario.

Todas estas variaciones son transitorias hasta que se consigue estabilizar la glucemia. Tanto es así que los cambios refractivos continuos pueden indicar que el paciente padece diabetes, mientras que en las personas ya diagnosticadas se suele manifestar un descontrol metabólico.

Lentes de contacto desechables, solución transitoria

En estos lapsos de tiempos en los que se perciben cambios refractivos por un descontrol glucémico, se recomienda utilizar lentes de contacto desechables. Se trata de una solución cómoda, rápida y eficaz, que evita cambiar las lentes de las gafas hasta que la graduación se estabilice.

Se trata de una solución cómoda, rápida y eficaz, que evita cambiar las lentes de las gafas hasta que la graduación se estabilice.

Por todo ello, lo ideal es que los diabéticos tengan muy en cuenta la necesidad de someterse a revisiones periódicas de su visión con el fin de detectar a tiempos estas complicaciones y evitar problemas mayores como la ceguera. Aquí encontrarás un calendario de con qué frecuencia realizarte tus revisiones.

Complicaciones cardiovasculares asociadas a la diabetes

La diabetes es un problema mundial que origina unas 200.000 muertes anuales en el mundo, asociadas hasta en un 80% de los casos a causas cardiovasculares. Tanto es así, que el simple hecho de bajar un punto porcentual en el control de la hemoglobina glicosilada (HbA1C) hace disminuir hasta un 15% el riesgo de infarto.

Esta enfermedad es un factor de riesgo independiente para sufrir infarto de miocardio e ictus, y se relaciona estrechamente con la hipertensión arterial, la obesidad y la hipercolesterolemia en el síndrome metabólico. Incluso a la hora de realizar un cateterismo cardiaco a un individuo con diabetes, las lesiones de las arterias coronarias tienden a ser más difusas y complejas, y en ocasiones tiene menos éxito la implantación de stents, o lo hace más difícil debido a esta distribución de las placas de ateroma. También es frecuente la presentación atípica de los síntomas, pudiendo incluso sufrir anginas o infartos con menor dolor o incluso sin él.

A otros niveles, el diabético sufre con mayor frecuencia arteriosclerosis de las arterias de las piernas, y lo manifiesta como claudicación intermitente (necesidad de pararse cada pocos metros por dolor secundario a la falta de riego), y también presentan mayor riesgo de ataques isquémicos cerebrales e ictus.

Por tanto, se debe insistir en un control estricto de la diabetes, así como no olvidar con la misma convicción el control de los demás factores que incrementan el riesgo de padecer estas enfermedades. En este sentido, se ha de perseguir la reducción del peso en el paciente diabético, como también el uso de medicamentos o modificaciones dietéticas que eleven los niveles de HDL y disminuyan los de LDL, y no sobrepasar las cifras de 140/80 mmHg, y por supuesto insistir en el abandono del tabaco.

Neuropatía diabética periférica

La neuropatía periférica es una enfermedad que daña los nervios periféricos del paciente. Los nervios que componen el sistema nervioso periférico funcionan como una red de comunicación que conecta el cerebro y la médula espinal con el resto del organismo. Estos nervios transmiten información al cerebro acerca de todo lo que vemos, oímos, tocamos, olemos…, y alertan sobre peligros potenciales, de forma que el cerebro, a su vez, pueda enviar las órdenes adecuadas para proteger al cuerpo y evitar que sufra lesiones. Así, por ejemplo, si nos quemamos la mano al coger algo muy caliente, o si los dedos de los pies se enfrían demasiado, los nervios periféricos enviarán esta información inmediatamente al cerebro para que el individuo actúe en consecuencia.

Sin embargo, cuando los nervios periféricos se lesionan, se producen interferencias en este sistema de comunicación, y la información se interrumpe o distorsiona.

Existen numerosos trastornos que afectan a los nervios periféricos y los deterioran, impidiendo que fluyan correctamente los mensajes entre el cerebro y las distintas zonas del organismo. El daño nervioso tiene distintos grados de severidad y los síntomas son también muy variables.

Los pacientes pueden experimentar pinchazos o picores, entumecimiento pasajero, pérdida de la sensibilidad de la zona afectada que impida apreciar si algo está demasiado caliente o frío, debilidad o calambres en los músculos, e incluso fuertes dolores en las extremidades.

Cuando la enfermedad es grave también altera el funcionamiento de diversos órganos del cuerpo y puede dificultar la deglución o incluso la respiración.

La neuropatía periférica puede ocurrir por muchas causas, como un traumatismo, la compresión de un nervio –como en el síndrome del túnel carpiano–, el consumo de ciertos medicamentos o sustancias tóxicas, una infección, un trastorno autoinmune…, pero, con frecuencia, la neuropatía periférica aparece asociada a otra enfermedad, es decir, constituye un síntoma o una complicación de otra patología, como ocurre en el caso de la diabetes.

Esta enfermedad se caracteriza porque los niveles de azúcar en la sangre son elevados y esto puede dañar el tejido nervioso, dando lugar a lo que se conoce como neuropatía diabética periférica.

Resuelve tus dudas sobre neuropatía diabética periférica

Pie diabético

Un profesional sanitario examina el pie de un paciente

El 80% de los pacientes con pie diabético presentan alteración de la sensibilidad, y estos son los más proclives a desarrollar úlceras.

Una lesión muy característica de las personas con diabetes es el pie diabético, que es el resultado de las alteraciones en la sensibilidad (neuropatía periférica) y en el riego de las arterias (artropatía periférica). El riesgo de padecer esta lesión aumenta conforme avanza la diabetes, llegando a presentar una incidencia de amputaciones por este motivo en torno a 4 por 1.000 pacientes y año.

Se estima que el 15% de los diabéticos presentarán en algún momento de su vida lesiones compatibles con un pie diabético.

Los factores más importantes para su desarrollo son el mal control de la diabetes, la neuropatía, las deformidades del pie (artropatía de Charcot), la arteriopatía y el tabaco. El 80% de los pacientes con pie diabético presentan alteración de la sensibilidad, y estos son los más proclives a desarrollar úlceras.

Dichas alteraciones facilitan que un mínimo traumatismo o herida provoque úlceras o heridas de difícil cicatrización, y que originan infecciones graves, dolores y, en situaciones avanzadas, incluso amputaciones.
Síntomas de alarma del pie diabético

Los primeros signos que deben alertar sobre el inicio de un pie diabético son el enrojecimiento de algunas zonas del pie, el aumento de su temperatura, zonas callosas que no mejoran, y que finalmente se ulceran.

Estas lesiones iniciales pueden progresar hasta llegar a una ulcera profunda y alcanzar el hueso provocando una osteomielitis, y finalmente en situaciones muy avanzadas una gangrena del pie. Con un buen seguimiento y control son lesiones evitables.

El control estricto de la diabetes y del resto de factores de riesgo mencionados con anterioridad disminuyen notablemente la incidencia de estas complicaciones. Los pacientes diabéticos deben ser examinados con periodicidad a este respecto por sus médicos de Atención Primaria, y deben ser educados para una correcta higiene y cuidado de sus pies.

En este sentido algunos consejos son:

  • No cortar excesivamente las uñas.
  • No caminar descalzo.
  • Comprobar la temperatura del agua antes de sumergir los pies.
  • Utilizar cremas hidratantes.

Se debe realizar una inspección frecuente por parte del médico o enfermeras de las zonas del pie, evaluar la sensibilidad (superficial y a la vibración, con microfilamento y diapasón, respectivamente) para detectar los primeros signos de neuropatía, realizar el índice tobillo/brazo para valorar la arteriopatía y mantener una vigilancia estrecha de heridas aparentemente inofensivas.

Ante la aparición de callosidades o algunas deformidades, no se debe dudar en remitir a la consulta de un podólogo o de un traumatólogo, según sea el tipo de lesión.

Cuando se detecten lesiones de este tipo se indicarán antibióticos y una eliminación cuidadosa de la piel infectada o necrótica mediante curas diarias en su centro de salud, o curas más complejas que precisan de un cirujano vascular.

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