La gripe. Una infección vírica.

por | 28 noviembre, 2018

La gripe

La gripe. Una infección vírica.

¿Toses, estornudos y gente con fiebre a tu alrededor? Cada año se repite una epidemia estacional invernal. Descubre cómo se contagia la gripe, cuáles son sus síntomas, y cómo tratarla para darle esquinazo.

Qué es la gripe

La gripe es una infección vírica que afecta el sistema respiratorio y se contagia fácilmente. Generalmente ocurre una epidemia estacional invernal cada año, y constituye una pandemia en el mundo cada 20 o 30 años, acompañada de un alto índice de morbilidad y mortalidad.

Durante los dos últimos siglos se han registrado seis pandemias, en 1900, 1918 (gripe española), 1957 (gripe asiática), 1968 (gripe de Hong Kong), 1977 (gripe rusa) y 2009 (gripe A), siendo la pandemia de la década de 1918 la que causó más muertes en todo el mundo, con cerca de 30 millones de víctimas.

Existen tres tipos de virus que producen la gripe (A, B y C) pertenecientes a la familia Orthomyxoviridae.

Los virus A y B pertenecen al género Influenzavirus y el C al género Influenza C. Los virus B y C afectan principalmente al hombre.

El virus A se ha aislado en poblaciones de patos, seres humanos, cerdos, caballos y mamíferos marinos, siendo el más agresivo de los tres géneros y el responsable de las pandemias debido a su alta capacidad de mutación.

El virus que produce la gripe tiende a cambiar continuamente, ya sea por mutaciones o por reordenación genética; de esta forma, evita la inmunidad adquirida por el huésped.

El virus A ha cambiado en varias ocasiones a lo largo de los últimos 100 años.

Las aves son probablemente el origen de los nuevos genes introducidos en las pandemias del siglo pasado.

Durante la década de 1990 una variante mortal del virus de la gripe aviar (H5N1) provocó decenas de muertes en Asia. En 2009 apareció la neogripe A (H1N1).

Causas de la gripe

El virus de la gripe inicialmente se une a las células de la mucosa de las vías respiratorias superiores (células secretoras de mucosidad, células ciliadas y células epiteliales) y las destruye, eliminando así el primer sistema de defensa del sistema respiratorio, y posteriormente puede alcanzar las vías respiratorias inferiores causando una descamación grave del epitelio bronquial o alveolar.

Además de afectar las defensas naturales de las vías respiratorias, la gripe facilita la adhesión de las bacterias a las células epiteliales, dando como resultado una infección bacteriana secundaria, que puede llegar a desencadenar una neumonía.

Cómo se contagia la gripe

Los virus gripales pueden entrar al organismo a través de las mucosas de las vías respiratorias (cavidad nasal, laringe, tráquea, bronquios), de la mucosa bucal o de las conjuntivas.

Los principales mecanismos de transmisión del virus de la gripe son:

  • Por contacto directo con un enfermo o material contaminado, por ejemplo, a través de las manos.
  • Por vía aérea, mediante gotas respiratorias liberadas al toser o estornudar.

La propagación del virus de la gripe se produce durante el periodo en que este tiene la capacidad de transmitirse, que comienza un día antes del inicio de los síntomas y finaliza 5-7 días después, cuando se ha resuelto la sintomatología. En el caso de los niños, éstos pueden transmitirlo pasados los siete días de enfermedad.

No todos las personas que contactan con el virus se infectarán, aunque pueden servir de vector, es decir, de transmisores de la infección.

De esta forma, la gripe se extiende de forma muy rápida, siendo muy difícil controlar su propagación con las clásicas medidas de salud pública, como el aislamiento de los enfermos, ya que cuando un caso es detectado, ya se ha iniciado la propagación.

Las personas más vulnerables a la infección o a sus complicaciones son los bebés y los ancianos, las embarazadas, los enfermos con patologías respiratorias crónicas (asma, EPOC, fibrosis), y aquellos con enfermedades que disminuyan la capacidad inmunitaria (tumores, inmunodeficiencias).

Síntomas de la gripe

Una persona adulta presenta un cuadro clínico caracterizado por los siguientes síntomas de la gripe: tos, fiebre, dolor de cabeza, dolor de garganta y mucosidades nasales.

En algunos casos se puede presentar dolor abdominal, diarrea, dolor muscular, náuseas y vómitos. Dependiendo de la edad del paciente, predominan unos u otros síntomas de la gripe.

La enfermedad suele evolucionar sin problemas hacia la curación, produciéndose la recuperación total entre tres y siete días después del inicio de la misma; en algunos casos la tos y el malestar general se pueden prolongar durante una o dos semanas más.

Complicaciones de la gripe

En general, la gripe no requiere asistencia médica, sin embargo, si se presenta alguno de los siguientes síntomas es indispensable realizar una consulta médica: fiebre elevada persistente, dificultad para respirar, dolor en el pecho, piel de color azulado, mareos, confusión, hipotensión arterial.

La gripe puede complicarse produciendo neumonía viral primaria o neumonía por sobreinfección bacteriana:

  • La neumonía viral primaria es poco frecuente en la gripe estacional, aunque es la más común en la pandémica. Surge rápidamente entre los tres y cinco días del inicio de la enfermedad, generalmente en pacientes con enfermedades pulmonares obstructivas, cardiopatías, obesidad mórbida, o en mujeres embarazadas.
  • La neumonía secundaria bacteriana se produce cuando los síntomas de la gripe empiezan a mejorar, presentándose en personas mayores durante la gripe estacional, especialmente en aquellas con enfermedades crónicas. Su causa es la infección por bacterias como neumococo, estafilococo u otras.

Además de las anteriores, también pueden presentarse complicaciones, aunque muy poco frecuentes, como: miocarditis, pericarditis, encefalitis y síndrome de Guillain Barré.

Diagnóstico de la gripe

El diagnóstico de la gripe común generalmente no requiere pruebas de laboratorio.

Los síntomas compatibles ya descritos, y su aparición en la época del año apropiada (otoño-invierno) hace el diagnóstico más que probable.

Desde la aparición de la Gripe A hace unos años, se realiza la determinación rápida de una de sus proteínas a través de un frotis o cepillado de la mucosa de la faringe, cuyo resultado se puede conseguir en poco tiempo (30-60 min), y su confirmación al cabo de unas 48 h con un análisis más exhaustivo (PCR).

Hay que tener en cuenta que no es una prueba rutinaria a todos los casos de gripe, tan solo se recomienda en casos de especial gravedad o cuando las complicaciones surgidas requieren de un tratamiento más específico.

Las muestras respiratorias deben ser tomadas en los primeros días de infección para una mayor rentabilidad de las pruebas. A partir del quinto día de enfermedad, los virus tienden a disminuir su capacidad de replicación y por tanto se hacen menos detectables.

En cuanto a las complicaciones de la gripe, sobre todo la neumonía, será necesaria la realización de una radiografía para comprobar su existencia.

Tratamiento de la gripe

El tratamiento de la gripe es sintomático, es decir, va dirigido a mitigar los síntomas, pues la causa –el virus– no es directamente combatible.

Existen medicamentos para el tratamiento de la gripe utilizados para aliviar los síntomas como los analgésicos habituales (paracetamol o ibuprofeno).

Pero ten en cuenta que en los niños pequeños no debe administrarse aspirina pues se relaciona con el Síndrome de Reye.

Igualmente, como parte del tratamiento se recomienda beber líquidos en abundancia, sobre todo en niños y ancianos, y extremar las medidas de higiene para evitar contagios como: lavarse las manos frecuentemente, taparse la boca con un pañuelo al toser o estornudar, o intentar no asistir al centro educativo o al lugar de trabajo si tenemos síntomas evidentes de gripe y hay riesgo claro de contagio (sobre todo a personas más vulnerables: ancianos, niños, etcétera).

También se dispone de tratamientos para la gripe antivirales como oseltamivir y zanamivir, utilizados en aquellos pacientes con factores de riesgo de complicaciones.

Estos medicamentos reducen la capacidad de multiplicación del virus, aliviando los síntomas.

Los antibióticos están indicados como tratamiento para la gripe solo en caso de producirse complicaciones por infecciones bacterianas.

Al no existir posibilidades directas de actuación sobre el virus o los mecanismos de transmisión, la medida de profilaxis de la gripe es la vacunación, de la que hablaremos en el próximo apartado.

Prevención de la gripe

La gripe se transmite normalmente de persona a persona, y debido a que la transmisión suele producirse cuando el infectado ni siquiera sabe que tiene el virus, la prevención no resulta fácil.

Se pueden tomar, no obstante, una serie de precauciones generales, para la prevención del contagio de la gripe entre individuos, o que éste resulte lo más leve y llevadero posible.

Entre estas medidas destacan:

  • Extremar la higiene: lavarse las manos frecuentemente, especialmente tras tocar algún objeto o superficie, y en cuanto lleguemos a casa tras viajar en transporte público. Al lavarse las manos, hacerlo despacio y a conciencia, sin que quede ninguna zona sin limpiar.
  • Llevar encima una solución limpiadora desinfectante para usarla cuando no se disponga de agua y jabón.
  • Mantener la casa limpia y desinfectada, especialmente los lugares donde se cocina o come, sobre todo si ya hay un enfermo en la familia. Limpiar también más a menudo los pomos de las puertas, el baño, las superficies de los muebles, el teléfono, etc. porque el contagio también se produce por contacto directo con una superficie contaminada.
  • Ventilar el hogar: todas las mañanas es conveniente abrir las ventanas y ventilar la casa durante diez minutos aproximadamente. Así se renueva el aire y si algún miembro de la familia está afectado es más fácil evitar el contagio.
  • Taparse la boca al estornudar o toser, preferiblemente con un pañuelo de papel desechable, para evitar que las gotas respiratorias expulsadas contaminen a otras personas. Después de sonarse los mocos, hay que tirar el pañuelo utilizado a la basura y lavarse las manos inmediatamente.
  • Intentar llevar una vida sana: si llevas unos hábitos saludables y una dieta equilibrada puedes evitar que bajen tus defensas y mantener fuerte tu sistema inmune.
  • Protégete bien de los contrastes de temperatura: cuando entres y salgas a la calle en épocas de frío y calefacciones abrígate debidamente en cada caso.
  • Vacunarse: la mejor forma de prevenir la gripe es la vacunación.

Escrito por Diana Forero Morantes, Bióloga

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