El pterigion

por | 22 mayo, 2019

¿Qué es un pterigion?

Es un crecimiento anormal del color rojo y blanquinoso de la conjuntiva, que invade la córnea, de manera más habitual en el lado más cercano a la nariz, aunque también puede afectar al lado externo del ojo o a ambos ojos.

Es indoloro y los síntomas dependen de la magnitud de la lesión, por lo que cuanto más crecen, más molestias (como lagrimeo, enrojecimiento o sensación de cuerpo extraño) pueden provocar en la superficie del ojo. En los casos más graves, la visión puede correr peligro, ya que recubre una zona más amplia de la córnea y hacer que aparezca astigmatismo.

¿Por qué aparece y cuáles son los factores de riesgo?

La causa desconocida, aunque el riesgo principal de desarrollo de un pterigion es la exposición solar prolongada y la sequedad. Aparece con mayor frecuencia en personas que pasan periodos de tiempo largos al aire libre, y en climas soleados, cálidos y con viento. La contaminación, el polvo, la suciedad y la exposición a alérgenos y químicos también parecen tener relación con ello.

Eso hace que la prevalencia cambie mucho dependiendo de la zona geográfica. En algunas regiones, puede llegar a afectar a una proporción importante de la población.

¿Cómo se diagnostica?

El diagnóstico no suele requerir revisiones especiales y se confirma habitualmente con un simple examen físico de los ojos y los párpados.

¿Cómo puede tratarse?

En el caso de pterigiones de tamaño pequeño, no suele ser necesario un tratamiento, aunque se pueden utilizar colirios hidratantes que reduzcan la molestia. Aun así, no existe tratamiento a base de medicamentos que pueda eliminarlo.
En caso de que crezca y afecte a la visión, será necesario realizar una cirugía con el objetivo de extirpar la parte afectada de la conjuntiva y sustituirla por un tejido sano de la misma conjuntiva del paciente (autoinjerto conjuntival). Esta cirugía debe realizarse con mucho cuidado para eliminar por completo el pterigion y evitar que pueda volver a reproducirse.

¿Puede prevenirse?

La mejor prevención es protegerse de los rayos UV que constituyen un factor de riesgo, así como de otros factores que se relacionan con la aparición del pterigion.

En caso de sufrir un pterigion que no requiera cirugía, es necesario que el oftalmólogo lo controle regularmente, con el objetivo de garantizar que no crezca y que la operación siga siendo innecesaria. Por otro lado, en caso de que avance, la revisión ayudará a detectarlo a tiempo antes de que afecte a la visión.

Asimismo, aquellas personas que hayan sufrido un pterigion anteriormente, deberán tener cuidado y acudir al oftalmólogo rápidamente en caso de que los síntomas reaparezcan.

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